viernes, 1 de febrero de 2013

Mis memorias 1

        Me encontraba ahí, en el bar, escuchando la estroboscópica música, parece que sigue pareciéndose a la de mis días. Solo los veía a todos caminar de un lado a otro, bailar alegremente, yo solo estaba sentado ahí, comiendo esa espuma espesa que era equivalente a la cerveza de nuestros días.
         Me perdí pensando en como aliviar la comezón por tener que usar antenas, alas, y esas espinas en piernas y brazos, la ropa ajustada me daba calor, y la pintura café brillante no ayudaba mucho, puesto me pinté todo el cuerpo para evitar sospechas si llegaba a tener “una cita”, aunque eso me implicaría mas problemas, pero vería como arreglármelas, y si no podía, pues solo tendría que correr mucho y listo.
         Y así, solo me intoxicaba y pensaba cuando la música se detuvo, las luces se apagaron, y todo en ese bar-disco de gran tamaño, pintado de negro brillante con mampostería que lo hacía lucir como un panal; solo se escuchó la voz del DJ:
         -¡Que comience el show!
         Me sorprendí mucho al verse encender la luz, y en la gran y hexagonal pista de baile pude observar como estaba sola, a salvo de dos personas, pero no eran personas comunes.
         -¡Hominidos! ¡Genial! ¡Pensé que ya era ilegal que peleasen!
         Efectivamente, dos hominidos, varones, caucásicos ambos, uno con rasgos africanos y otro con rasgos nórdicos, completamente rasurados, y solo vestían con brazaletes, un collarín ajustado al cuello pero flexible y un cinturón ancho como faja. Todos los espectadores estaban fascinados, a todos les hervía el líquido vital por ver correr sangre, extrañamente, por un momento, compartí esa emoción, aunque cuando ellos comenzaron a pelear con unos guantes con pinchos, me comenzó a dar lastima.
         Se daban puñetazo a puñetazo, y con cada uno brotaba sangre, el de rasgos africanos (apodado “poty”) le mordió el brazo al de rasgos nórdicos (apodado “silfy”), este solo grió y le dio un golpe en medio de la espalda. Los pinchos se le trabaron en los huesos de la columna, “poty” solo gritaba de dolor, mientras “silfy” le daba repetidos golpes en el pecho. Ambos sangraban mucho, y jadeaban, se veían exhaustos, pero el público solo pedía más, más.
         La pelea se torno más agresiva cuando les dieron unos cuchillos (tenía una forma de doble gancho en “S”, uno era el filo, y el otro el mango), inmediatamente “poty” sin dudar se abalanzó a “silfy”, pero este apresurado, le clavo el cuchillo en el cuello, “poty” solo gimió, pero antes de caer, y con su ultimo aliento, le rebano la faja y la piel a “silfy”, dejando un desparrame de viseras encima de él. Ambos cayeron en una agonizante muerte.
         La gente gritó emocionada, obviamente querían que uno ganase, pero un final así no se veía seguido. La música reinició, y todos siguieron en sus asuntos mientras limpiaban la pista, todos hablaban de lo genial de la pelea. Sin prevenirlo, un joven me abrazo y sus amigos me rodearon, él era de verde brillante, con espinas cortas y sin filo, cabello bien peinado, antenas largas y velludas, al igual que sus piernas, sus rasgos eran de un joven medio oriental; su primer amigo era rojo intenso, antenas como las de las mariposas, rasgos delicados y con espinas iguales a él, su segundo amigo era azul eléctrico, con antenas largas y onduladas, cabello rizado y rasgos caucásicos, también con espinas cortas y sin filo, era claro, los tres eran jóvenes estudiantes, puesto a los escolares se les pide que limen las espinas para evitar problemas. Pero el tercer amigo era negro, con tonos fucsia, sus antenas parecían cuernos de antílope (iguales a las mías), sus rasgos eran muy afilados e inspiraban miedo, y entonces dijo:
         -La pelea fue sensacional, nunca e sabido que se maten así, estos homínidos son creativos a la hora de matarse.
         -Sí, me encantó como “poty” se enfrentó sin miedo- Dijo el chico rojo.
         -Seee, pero “silfy” fue mejor, su contra ataque al cuello fue bien planeado- Dijo el azul.
         -Pero admite que el último golpe de “poty” fue genial- Dijo el negro.
         -Claro que sí, ¿Y tú que opinas amigo?- Me dijo el que me iba abrazando.
         Yo no sabía que contestar, por un lado me encontraba tremendamente sorprendido por lo que vi, una sorpresa de miedo y tristeza, pues eran mis hermanos humanos, pero a la vez lleno de la misma excitación que mis acompañantes, lleno de esa morbosa emoción como cualquier persona insecto (casi cualquiera, había quien defendía los derechos de los animales).
         -Pues me pareció simplemente sublime, aunque por un lado me dan lastima, son solo animales sin consciencia, no saben lo que hacen- Les conteste.
         -Bueno, puedes tener razón, es cruel, pero dime, ellos fueron inteligentes un día, dicen las conspiraciones que fueron hasta capaces de construir las pirámides de Chunchala (Egipto) y las monolíticas cabezas de Purunka (la Isla de Pascua)- Dijo el negro.
         -Sí- Le interrumpe el azul, que paso a abrazarme más fuerte y de forma que casi me tiraba, solo nos reímos por ello –Perdona amigo, te decía Verni, los homínidos abrán sido todo eso, pero recuerda que las evidencias.
         -Otra vez con las evidencias- se quejo el azul –Tú diario con las evidencias Cudberto, siempre sales con eso cuando alguien habla de los homínidos.
         -Sí Silfax, sí, son ciertas, esta demostrado que ellos realizaban peleas de animales llamadas “peleas de gallos”, luchas con animales ancestros de los bolvideos, y las llamaban “corridas de toros”, y demás cosas, también se divertían con el sufrimiento y la sangre de sus hermanos terraquinos (todo el reino animal).
         -Tienes razón Cudberto, ellos se divertían con el dolor de sus pares, se creían mejores que ellos, así que una pelea de homínidos sería lo mismo que una pelea de gallos- dijo el negro “Verni”.
         -Así es, además, estas peleas ellos ya las hacían, en un lugar misterioso que llamaban Valania (Roma)- dijo “Curdberto”, que ahora me tocaba la cabeza.
         -Entonces no que porque los protectores de terraquinos se sorprenden, me parece que raro que los homínidos no se hubiesen extinto solos (si solo supiera)- dijo el rojo.
         Y así llegamos a la barra, y “Cudberto” me abrazó fuertemente (lo equivalente a nuestro saludo de mano), y me dijo alegremente:
         -Hola, soy Cudreneido Bertabex, pero me dicen Cudberto, él (señalando al negro) es Vernifolo, pero le decimos Verni, él (señalando al rojo) es Tronax y él (señalando al azul) es Robo.
         -Mucho gusto, soy Robonequio- Y me abrazó fuertemente.
         -Hola- Dijo el Tronax y me abrazó.
         -Hola- Dijo Verni y me saludo de mano, (el equivalente a un saludo con un gesto).
         -Y tu, ¿Cómo te llamas?- Me dijo Verni.
         -Me llamo Lanmius, mucho gusto.
         Nos quedamos platicando, consumimos espuma, reímos, debatimos, y nos fuimos hasta que los de seguridad nos corrieron del establecimiento, estabamos muy intoxicados, y decidimos irnos a dormir a la casa de Verni, puesto vivía solo, y nos podríamos quedar ahí.
         La noche era muy fría, y solo temblaba, pero Cudberto (Cubi como le comencé a decir después de aquella noche) me cubrió con sus alas (grandes como las de un halcón de tamaño humano) eso me asustó, pero me emocionó, puesto que eso era como recibir un cálido abrazo, y aunque me abrazó mucho en el bar, eso no era cualquier cosa, así que agaché la cabeza con una sonrisa.

De D. para el recuerdo /D.A.P./ Cevebe

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