martes, 17 de septiembre de 2013

La cicuta

Invítame a beber un vaso grande y colmado de jugo de cicuta, quiero que me hagas descender a lo mas profundo de los infiernos cavernosos, de las cuevas llenas de incubos y sucubos, quiero que me vuelvas su pupilo estrella.
Invítame a comer raíces de cicuta bien cocidas al vapor; que quiero probar las delicias pecaminosas con las que te deleitas todos los días, que quiero ser tu alimento de cada mañana y noche.
Invítame a fumar cicuta, hasta enloquecer mis sentidos y llenarlos de tanta embriaguez que me sea imposible sentir, sentir otra cosa distinta a tus caricias y tus besos.
Invítame a bañarme en cicuta, por que quiero lucir presentable cuando conozca a tus más altos jerarcas, quiero que queden tan fascinados y embelesados con mi ser, que desearán que seamos uno, que provocaré tu muerte de celos y rabia.

Quiero beber la cicuta que corre entre tus venas, quiero secar tus arterias y arrancar tu alma de tu pútrido cuerpo.
Quiero devorar cada centímetro de ti, quiero que no quede nada tuyo sin ser consumido por mi voraz y atroz deseo.
Quiero saciarme de ti, quiero saber, que nadie más podrá saciarse de tí, sin antes pasar por mí.

Vamos, bailemos juntos entre las navajas, brincando entre las brazas ardientes y girando como trompos asta colapsar y encontrarnos en el centro de un círculo mágico. Quiero que invoques a los demonios y angeles que avitan dentro de mi corazón; quiero que los domes como domas a tus perros; pero lo que más quiero es ver como tus perros te descarran, mientras yo bailo extasiado, presa de las más elevadas pasiones.

Invítame la cicuta de tu ser, para que juntos podamos morir en un orgasmo etereo, donde te vere retorcerte en el fuego de mi pasión, en el fuego de mi corazón, en el fuego de mi alma, donde veré como te conviertes en cenizas. Gloriosas cenizas que ahogarán mi llama, y reclamarán a mi ser, como posesión de tu propiedad.

Vamos, estas a solo un vaso de cicuta, a solo un vaso, de volverte mi presa, y mi voraz contrincante.

D.A.P.

viernes, 6 de septiembre de 2013

El parasito

Ase tiempo, me encontré un huevecillo, claro, yo no sabía que era un huevecillo, pensé que era un dulce, así que me lo comí. Lo mazque, y se sintió raro, puesto era un costal lleno de huevecillos diminutos, y solo uno llegó a mi estomago.
Pasó el tiempo, el huevo incubó y de él salio un gusanito, que se la pasaba caminando todo el día en mi estomago, no dejaba de sentir las cosquillas, era muy divertido.
Un día, el gusano traspasó mis tejidos, y llegó a mi corazón, puso huevos ahí, que se regaron por todo mi cuerpo.
Esa colonia de parasitos se regó por todos lados, y llegó a mi cerebro, ahora todo mi ser se encontraba invadido por esos parasitos.
Ese parasito, me a dejado inposibilitado, me a invalidado, me impide pensar, me impide sentir, soy ahora un zombi, un zombi que solo vive por la acción de esos parasitos, y esos parasitos me orden una cosa, me ordenan, vivir por ti, hacer todo por ti, solo existir por ti.
Ahora, soy tu zombi sirviente, el que solo te obedece, aunque tu no he escuches, no me mires, no me sientas, soy tu acosadora sombra, tu guardian no necesitado, tu respaldo invisible, la mano ayudadora que nunca pediste.

D.A.P.