viernes, 6 de septiembre de 2013

El parasito

Ase tiempo, me encontré un huevecillo, claro, yo no sabía que era un huevecillo, pensé que era un dulce, así que me lo comí. Lo mazque, y se sintió raro, puesto era un costal lleno de huevecillos diminutos, y solo uno llegó a mi estomago.
Pasó el tiempo, el huevo incubó y de él salio un gusanito, que se la pasaba caminando todo el día en mi estomago, no dejaba de sentir las cosquillas, era muy divertido.
Un día, el gusano traspasó mis tejidos, y llegó a mi corazón, puso huevos ahí, que se regaron por todo mi cuerpo.
Esa colonia de parasitos se regó por todos lados, y llegó a mi cerebro, ahora todo mi ser se encontraba invadido por esos parasitos.
Ese parasito, me a dejado inposibilitado, me a invalidado, me impide pensar, me impide sentir, soy ahora un zombi, un zombi que solo vive por la acción de esos parasitos, y esos parasitos me orden una cosa, me ordenan, vivir por ti, hacer todo por ti, solo existir por ti.
Ahora, soy tu zombi sirviente, el que solo te obedece, aunque tu no he escuches, no me mires, no me sientas, soy tu acosadora sombra, tu guardian no necesitado, tu respaldo invisible, la mano ayudadora que nunca pediste.

D.A.P.

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